¿Por qué tengo que esforzarme para estar bien? ¿Por qué no me sale natural?
Se lo dije a mi psicóloga, agotada. Me frustraba darme cuenta de que, si no meditaba en la mañana, mi día se volvía más gris; si no escribía en mi journal, mis pensamientos se descontrolaban. Me molestaba sentir que tenía que presentarme activamente para estar bien. Mi Ego se resistía.
Quería saltarme los pasos y llegar directamente a ese “estar bien”, pero cada vez que Abandono mis prácticas, el juicio y la queja cobran más fuerza. Mi energía baja, las dudas me dominan, mi perspectiva se vuelve más crítica y gris, mis dinámicas personales se tensan, y siento cómo poco a poco pierdo las ganas.
Entonces vuelvo a meditar, a escribir, y nutrir mis espacios de autocuidado, y así, como la brisa que acaricia la piel, voy sintiendo cómo mi sistema nervioso se suaviza. Pero me pregunto: ¿por qué, si me hace tanto bien, es tan fácil abandonarme? Sorprendida siempre cómo una simple respiración consciente puede transformar mi perspectiva.
Y, aun así, he estado atrapada en el ciclo de presentarme y abandonarme, porque además, ese abandono ha estado sostenido por muchas excusas. Pero llegan momentos donde las excusas ya no caben, y en ese querer forzarlas a que entren, todo se tensó más, hasta que la vida me dio un “tatequieto”.
Este trimestre del año vino con un reto inesperado: un virus que, por un momento, parecía ser algo más grave y me dio el susto de mi vida. En ese susto me enojé conmigo misma, me frustré, sentí que me fallé. Pero, así como vino la frustración, se abrió la compuerta de mi emocionalidad contenida —todo aquello que venía tensando desde adentro—, y con ella, la liberación. Qué sanadoras pueden ser las lagrimas.
Siempre he dicho que las herramientas son para usarlas, más que todo, en esos momentos donde no estamos tan bien, y agradecí de que llevo tiempo creando esa caja de autorregulación, porque el mejor regalo que puedo darme es presentarme para mí y para lo que me hace bien.
Lo que repetimos, se vuelve hogar. Se ancla en nuestras raíces hasta convertirse en comportamiento automático. Por mi historia de vida, me habitué a estados afligidos, pero este camino de autoconocimiento me mostró que esa no es la única manera de vivir.
Por eso, hay que presentarnos todos los días ante aquello que sabemos que nos hace bien, aunque todavía no lo tengamos integrado. Nuestro Ego se resiste, porque lo habitual es su zona segura. Todo lo nuevo, incluso lo que nos sana, es desconocido al principio, y lo desconocido genera rechazo.
Pero es la práctica la que le enseña al Ego, ese “esfuerzo” de elegir lo que nos eleva, nos aligera la mente y nos da certeza en el alma, lo que nos permite integrar una vida más saludable para nosotros. Sin fórmulas mágicas, solo con la decisión diaria de mostrarnos ante lo que nos lleva a un mejor lugar. Ahí vamos alimentando un Ego sano, aquel que apoya lo que somos en nuestro proceso de crecimiento.
Y te cuento esto porque lo que habituamos pertenece a la energía de Virgo, el signo que rige nuestras rutinas y los sistemas que creamos para que nuestra vida funcione.
Este 14 de marzo tendremos un Eclipse Total de Luna Llena en Virgo, en conjunción exacta con el Nodo Sur. En español, los eclipses son momentos de transformación, y este en particular nos invita a liberar hábitos regresivos que ya no responden a quienes somos hoy.
Es una oportunidad para soltar lo que enferma al alma, no solo en términos de alimentación o ejercicio, sino en nuestras dinámicas laborales, amistosas, de pareja e incluso familiares. Para cada persona será distinto, dependiendo de su Carta Natal y los procesos que este eclipse active, es decir, a los patrones personales de cada quien.
Es una energía de sanación que no siempre es fácil, porque implica soltar lo conocido. Pero aquí es donde entran nuestras herramientas—prácticas, libros, personas, rituales—todo lo que nos ayuda a confiar en que siempre es posible estar mejor, porque el sentirse bien es una decisión, que necesita de nuestras acciones conscientes y presencia para hacerlo realidad en nuestro interior.
Nos recuerda que lo que alimentamos en nuestro interior, inevitablemente se proyecta en el cuerpo y en nuestra realidad. Y este proceso nos regala la oportunidad de ver con claridad lo que realmente necesitamos para llegar a un mejor lugar.
El Eclipse nos revela el panorama, pero siempre tenemos el poder de elegir cómo transitarlo. Todo depende de nuestra perspectiva.
Y sí, son energías que nos llenan de incertidumbre, nos invitan a soltar el control y a activar puntos de incomodidad. Pero también nos ofrecen la oportunidad de encontrar sabiduría en el proceso. Y quizás, al mirar con nuevos ojos, descubras que:
🦋 En la incertidumbre también habita la certeza.
🦋 En la fluidez también existe el control.
🦋 Y el malestar puede ser la llave que abre la puerta al bienestar.
Con cariño, desde mi Luna, Pao!
Aquí te comparto a una herramienta de mi caja, mi dosis de serotonina diaria que siempre, con su forma de ser, me enseña como transformar mi perspectiva: